Un porqué para este espacio

No es casualidad, ni sincronismo que la apertura de este espacio coincida con los nuevos acontecimientos mundiales de la pandemia y que como congéneres nos involucra a todos. Y que aún cobre más fuerza el propósito inicial de estas páginas que es el de cuestionar nuestro propio entender y así romper con nuestras propias limitaciones. Y como siempre es el caso, eso solo puede suceder desde nuestro interior.

El ánimo de estos escritos siempre será el de acceder a nuestro siguiente nivel de conciencia y a nuestra siguiente mejor versión de nosotros mismos. Ya que estamos en constante cambio y evolución, es nuestro libre albedrío el que nos puede ayudar a direccionar nuestras acciones y reacciones a lo que nos sucede, y a siempre mirar hacia una conciencia superior.

Estamos contenidos o limitados por nuestras creencias y por las experiencias que nos ha tocado experimentar hasta el momento presente. Juzgamos la vida a partir de este aprendizaje y eso hace que experimentemos las cosas desde una óptica propia y limitada.

Pero hemos sido lanzados hacia un territorio desconocido y en muchos aspectos intimidante y que inicialmente se puede sentir como un fuerte choque con la realidad conocida y dada por cierta hasta el día de hoy. Del miedo y de la preocupación surge al unísono, un instinto de supervivencia y de preservación. 

El yo conocido hasta el día de hoy, necesita actualizarse a los cambios, no solo para sobrevivir sino para tomar conciencia de las cualidades que viven en nosotros.

No podemos ser nada que ya no esté dentro de nosotros y lo que se pretende con este espacio es que nos podamos reflejar los unos en los otros, siempre con una visión más constructiva del mundo. 

Para romper con el Statu quo es necesario cuestionar nuestro entender, nuestro actuar, nuestro proceder. Hay que atreverse a soñar, a que siempre nos conformen las infinitas posibilidades que nos permite Dios.

Aprendamos a declarar en positivo en nuestras vidas. Declaremos que podemos y podremos. Entendamos que somos maravillosos hijos de un poder superior y lo seremos. 

Me gustaría acompañarlos de la mano a través de mis escritos y reflexiones a sus propias vivencias y a su propio entendimiento. Que tomen aquello que les hizo eco en sus conciencias y lo usen en sus vidas y lo que no, solo déjenlo pasar.  Recojamos las perlas que se nos quedaron en el camino y ensartémoslas sobre nuestros cuellos una vez más, ya que todo aquello que podamos ver y con lo que nos identifiquemos, será nuestra realidad.